Confucio (孔夫子) y Laozi (老子). Dos referentes ideológico-religiosos en la antigua China

Julio López Saco

En la antigüedad china, autor y obra se podían fundir en un abrazo infinito, hasta el punto de confundirse uno y otra, hasta alcanzar una fusión en la que ninguno prevalece, solamente la unidad de ambos. Sin duda la presencia y relevancia de notables personalidades del ámbito literario es abundante, así como también lo es la de magnas obras que alcanzan elevadas cotas literarias. Incluso son fuentes históricas, proporcionando alusiones míticas, referencias religiosas o notas etnográficas de gran valía. Muy probablemente, son dos los autores (y sus obras) más conocidos e influyentes, tanto en China, como en otras regiones de Asia (Corea, Japón) y Occidente. Se trata de Confucio y Laozi. A ellos dedicaremos las siguientes líneas.

Confucio, cuyo nombre para Occidente fue otorgado por los jesuitas, al llamarlo 孔夫子 Kong Fu Zi (Maestro Kong), fue un letrado y pensador chino nacido en el Estado de Lu, en la provincia de Shandong, que vivió, aproximadamente, entre 551 y 479 a.e.c. De familia noble, alternaría periodos en los que ejercería de maestro de otros con etapas en las que sirvió como funcionario. Sus preocupaciones principales habrían de ser de orden moral, tanto en lo que respecta a la orientación de las conductas privadas como a las normas del buen gobierno. La moral que preconizaba se basaba en el altruismo, la tolerancia, el respeto mutuo, la armonía social y el cumplimiento del deber y el ritual, sobre todo la piedad filial (xiao).

Su filosofía moral contribuyó a modelar la sociedad y la política chinas sobre una base común, perdurando hasta tiempos recientes. Entendía que el pueblo debía someterse a las autoridades, si bien rechazando las actitudes tiránicas. Los súbditos debían obediencia al soberano, pues el Estado existía para buscar el bien de los gobernados; pero los gobernantes debían gobernar también según los rectos principios éticos, aplicando el ejemplo moral y no la fuerza bruta.

Estos pensamientos conformarían la base del confucianismo (escuela de los letrados o Ru Jia), que es más una ética que una religiosidad propiamente dicha. El confucianismo se convertirá en la filosofía oficial del Estado, en la ideología social, con los dinastas Han. Desde esa época el sistema para seleccionar el personal funcionarial del Estado se haría mediante oposiciones en las que se seguía el estudio del pensamiento de Confucio. Fue, así, un pilar de la formación del hombre culto, al que se abrían las puertas de la burocracia y la promoción social. Compilador más que redactor, recopiló los denominados “clásicos”, entre ellos Shujing, Lijing y Shijing o los Anales de primavera y otoño en los que se recorre el reinado de los doce duques del estado de Lu, entre 722 y 491 a.e.c. Además, se le atribuye una obra (Lunyu, traducida como Analectas), en la que se recogen algunas de sus máximas y pensamientos a partir de las preguntas de sus discípulos y las debidas orientaciones que proporciona.

老子Laozi, por su parte, es la denominación común de un pensador chino que presuntamente vivió entre los siglos VI y IV a.e.c. También se refieren a él los nombres Li Er y Lao Dan.  Se duda, no obstante, de su existencia real, en tanto que incluso su nombre, Laozi, responde únicamente a un título o epíteto que significa viejo maestro, además de ser la denominación de un tratado a él atribuido. Por otra parte, se contaba desde épocas pretéritas su mítico nacimiento, siendo ya un hombre mayor en el seno de su madre. Una tradición, muy probablemente espuria, le hace contemporáneo de Confucio, mientras que otras indican que trabajó como bibliotecario en Luoyang, la capital de la dinastía Zhou durante el periodo de los Reinos Combatientes (siglos V y IV a.e.c.).

Algunas biografías mencionan que nació en Hu Xian (provincia de Henan) y que sus enseñanzas por los diversos reinos de su tiempo apenas encontraron apoyo oficial. Al final de su vida, se cuenta que inició un largo viaje hacia el oeste, del cual ya no regresaría más.

En cualquier caso, su relevancia radica en haber sido el autor del Daodejing, Libro sobre el camino y la virtud, desde el que arranca la filosofía taoísta. Según la tradición mítica la obra fue dictada por él al guardián que custodiaba el último puesto fronterizo en China. Aquí propone una filosofía laica y una moral individual que se centra en seguir el camino de la naturaleza (el Tao); en tal sentido, recomienda las virtudes de la sencillez y la naturalidad, censurando la ambición de poder y riqueza. Por ello, advierte a las autoridades que intervengan lo menos posible en la vida de sus gobernados. Con posterioridad, esta filosofía laica se transformaría en una religiosidad, el conocido como taoísmo, a partir de otras influencias populares, como el chamanismo y el grupo de los Maestros Celestiales.

La popularidad de Laozi se muestra en el continuado empleo del personaje en la ornamentación de objetos diversos así como de pinturas. Aparece retratado como una figura de avanzada edad vestido con una túnica y montado en un búfalo de agua, el animal sobre el que emprendería su viaje sin retorno al occidente. En sus manos aparecen un melocotón, alusión directa a la longevidad, además de un cetro.

Para saber más

Para saber más sobre ambas personalidades se pueden consultar, entre otros títulos destacables: Cheng, A., Historia del pensamiento chino, edit. Bellaterra, Barcelona, 2002; Maillard, Ch., La sabiduría como estética. China: confucianismo, taoísmo y budismo, ed. Akal, Madrid, 2000; Maspero, H., El Taoísmo y las religiones chinas, ed. Trotta, Madrid, 2000; Preciado Idoeta, I. Tao Te Ching. Los libros del Tao, edit. Trotta, Madrid, 2006; Prevosti i Monclús, A. (Coord.), Pensamiento y religión en Asia oriental, edit. UOC, Barcelona, 2005; y Xinzhong, Y., El Confucianismo, edit. Cambridge University Press, Madrid, 2001.

Fuente: Julio López Saco (AVECH).