Clásico de los Montes y los Mares: un referente de literatura mítico-geográfica en China
Julio López Saco
Innumerables son las obras literarias, con contenidos históricos, míticos o filosóficos, presentes en China. Uno de los textos más peculiares, además de no muy habitual, es el conocido como Shanhai jing, Clásico de los Montes y los Mares, cuyo corpus textual de geografía mítica fue reunido en el período Zhou tardío y en época Han a partir de una variedad de fuentes de distinta época y origen. En este compendio de literatura mítico-geográfica china se aborda de manera singular el papel virtuoso y moralizante, en numerosos mitos chinos tradicionales clásicos, la trayectoria de los grandes soberanos míticos, aculturadores y civilizadores, partícipes de la creación y consolidación mitológica del mundo.
El origen del texto y de sus reseñas mitológicas y folclóricas, pudo haber estado, según algunos críticos, en la proliferación de notas que explicaban las ilustraciones, mapas y pinturas de los lugares que son listados. En concreto, se ha mencionado que el texto derivaría de las representaciones de seres espirituales que usaban los chamanes del reino de Chu. Los primeros cinco capítulos conforman la parte más antigua, mientras que los capítulos del seis al trece pertenecen, casi con total seguridad, a la época Han, después del año 6 a.e.c. Los capítulos catorce al dieciocho son añadidos posteriores, ya del siglo IV.
Se trata de una obra de notables referentes vinculados a la geografía mítica y al ideal geometrizante del Cosmos, en donde se encuentra vívido el sentido imaginativo, emotivo e insinuador del mito, un diáfano fundamento de la mentalidad china arcaica. Verdadera geografía mítica, su redacción, tradicionalmente, se atribuye al héroe Yu el Grande, aunque los materiales que la componen pudieron ser reunidos a fines de la Edad de Bronce (dinastía Zhou), sistematizados en la primera dinastía Han. Las extrañas poblaciones que aquí se recogen, muchas de las cuales son deformes o híbridas, parecen responder al modo de concebir la periferia (inculta, salvaje) desde el centro (ordenado, jerarquizado, normativo).
Este Libro de los Montes y los Mares es un trabajo anónimo de transcripción mixta donde se reconocen las manos de, al menos, un par de copistas. La función de este documento como texto mítico, cuya datación puede oscilar entre el siglo III a. e.c. y el I de nuestra era, es doble. Por un lado, presentar y explorar el mundo conocido, montañas y lagos, con sus respectivas flora, fauna y elementos religiosos asociados; por el otro plasmar el mundo imaginado por los chinos del período clásico, y mostrarlo en su alcance mítico-geográfico, etnográfico y de historia natural, reuniendo y preservando, en última instancia, un gran repertorio de narraciones míticas de diversos lugares, sin esconder las variedades, diversidades, contradicciones y enigmas propios de los relatos mitológicos, especialmente de aquellos de la periferia, allende el centro civilizado.
En esta suerte de descriptio mundi, sus compiladores partieron de la idea de concebir la tierra dividida en tres rectángulos concéntricos: un territorio central, los cuatro mares, y un territorio salvaje que se extiende desde la orilla de los mares hasta límites indeterminados. La presencia en el texto de informaciones médicas populares y prácticas adivinatorias pudo motivar que en época Han fuese concebido como un manual de prodigios, aunque sin dejar de ser también admirado como un texto geográfico eminentemente serio. Modernamente, sin embargo, ha sido catalogado como un recuerdo de exploraciones, un texto chamánico y hasta un conjunto de normas secretas de los fangshi de Qin y Han. Si bien ilustra cómo se imaginaba el chino antiguo de la llanura central el mundo exterior, la obra pudo conformarse, del mismo modo, como una descripción e interpretación de un antiguo sistema calendárico y sus ritos inherentes. Su carácter de compendio mítico-geográfico libera, excepcionalmente, a esta obra, de la tendencia de todas aquellas que emplean el mito con el propósito de justificar ideales filosóficos, ceremonias rituales, ideales teórico-políticos o intereses historiográficos.
El texto describe casi cuatrocientas cincuenta montañas relacionadas con viajes o progresiones, empleando, de esta manera, un método semejante al usado en las cosmografías del Renacimiento y las insulares, que organizaban listas de prodigios, maravillas y curiosidades en relación al lugar en el que se encontraban. Este hecho implica que el clásico es una prescripción o modelo de las representaciones de acciones que organizan el espacio, modelo cuyo propósito es imponer la autoridad sobre el territorio, tal y como hará el mencionado Yu controlando la inundación.
El relato geográfico está repleto de trazas físicas de batallas en las que antiguos gobernantes, de evidente porte divino, habían establecido un mundo ordenado al derrotar en combate a rebeldes y monstruos. El mundo de las secciones externas de la obra retrata, en tal sentido, la presencia de cadáveres mutilados que son el reverso sangriento de las tumbas de los sabios y de sus grandes y admiradas obras.
Un último apunte. Entre la bibliografía que se puede recomendar sobre Shanhai Jing para aquellos que deseen o tengan interés en saber más, debemos mencionar los artículos de R. Fracasso, “Teratoscopy or Divination by Monsters: Being a Study on the Wu-tsang Shang-ching”, Hanxue yenjiu, 1, 2, 1983, pp. 657-700, un estudio sobre la distribución cosmográfica; y V.V. Dorofeeva-Lichtmann, “Conception of Terrestrial Organization in the Shan Hai Jing”, Bulletin de l’École Française d’Extrême Orient, nº 82, 1995, pp. 57-100; además de la clásica obra de Yuan Ke, (Comp.), Shanhai Jing Jiaozhu, ed. Guji chubanshe, Shanghái, 1980 y la magnífica edición en español de G. García-Noblejas, (trad.), Libro de los Montes y los Mares (Shanhai Jing). Cosmografía y Mitología de la China Antigua, Miraguano edic., Madrid, 2000, que toma como referencia una copia de época Ming, aunque con un conjunto de ilustraciones realizadas a partir de las de Zhang Sengyou en el siglo VI.
Fuente: Julio López Saco – AVECH.