China en los procesos de paz en África
Nelson García Pernía
África en el siglo XXI sigue siendo un continente percibido por las sociedades occidentales y latinoamericanas, particularmente, como un espacio dominado por conflictos que no parecieran tener salidas. Impregnadas aquellas consideraciones de certezas ante el fenómeno de la violencia extendido en algunas zonas del continente y de naturaleza diversa, también es preciso considerar que el nuevo milenio se inauguró con menos confrontaciones que la centuria anterior. Como parte de ese panorama general, International Crisis Group destaca algunos de los escenarios en crisis en el 2024 por el impacto en el seno de la sociedad civil: Sudan, desacuerdos entre dos facciones, el ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por su siglas en inglés), desatando un estado de inestabilidad en el país; Etiopía, los enfrentamientos entre rebeldes tigrayanos y fuerzas federales, con milicias de la región de Amhara, la cual limita con Tigray, y tropas eritreas, causando una enorme sangría en las poblaciones. En tanto que en el Sahel, los grupos generadores de violencia han ganado terrero en países como Mali y Burkina Faso; Boko Haram en África occidental; en África oriental el impacto que está ejerciendo Al Shabab, mientras que en el corazón de África la compleja situación que atraviesa la República Democrática del Congo, un conflicto entre los rebeldes del Movimiento del 23 Marzo (M23) y las milicias leales al Gobierno.
Ante tales escenarios, también se han diseñado agendas que involucran a los principales actores, monitoreados por la comunidad internacional, particularmente la Organización de las Naciones Unidas a través del acompañamiento de las distintas Misiones de Paz. Dentro de los países que participan en esos procesos de pacificación se encuentra China, siendo que desde 1989 se ha sumado a la construcción de estrategias de paz en el continente. En este último año, Naciones Unidas le encargó mediar en la independencia de Namibia, que hasta entonces había estado bajo dominio de Sudáfrica. A partir de entonces, la asistencia y dotación de personal fue creciendo, dando como resultado que desde finales del siglo XX hasta fechas recientes, más de 40.000 miembros del personal de mantenimiento de la paz estén en 24 misiones de la ONU, la mayoría de ellos en África.
Desde aquellas primeras incursiones hasta el 2013 el aporte de China en materia de asistencia estaba fundamentado en pequeños grupos de personal no armado, espacialmente dedicados a temas sanitarios y de ingeniería. Con la entrada en vigencia del Foro de Cooperación China-África (FOCAC), como el mayor espacio de diálogo sino-africano, la relación incorporó otros ámbitos. Dentro de la amplia gama de sectores abordados, el de la seguridad ha sido clave como parte de los acuerdos, quedando reflejado en el discurso ante las Naciones Unidas del presidente Xi Jinping (2015), al ofrecer 100 millones de dólares en ayuda militar durante un período de cinco años con miras a apoyar la Arquitectura de Paz y Seguridad de África (APSA) que promueve la Unión Africana (UA). Tal compromiso consideró atender de forma directa a la Fuerza de Reserva Africana y la Capacidad Africana de Respuesta Inmediata a la Crisis. Estas iniciativas se fortalecieron durante el año 2015, cuando Beijing creo el Fondo Fiduciario para la Paz y el Desarrollo de la ONU, gestionado por la propia secretaria de la máxima organización, cuyo presupuesto se ha orientado a la formación de personal de seguridad para que puedan contribuir al mantenimiento y construcción de escenarios de paz.
Desde el ámbito bilateral, preciso es señalar que en el 2017, como parte de ese programa de asistencia, el gobierno chino y el de Yibuti, acordaron el arrendamiento de 36 hectáreas de terreno por 10 años a cambio de 20 millones de dólares anuales, que sería utilizada para la construcción de instalaciones para el Ejército Popular de Liberación (EPL). Dentro de los propósitos que persigue esta base se encuentra en servir de apoyo a la lucha contra la piratería y demás delitos en el Golfo de Adén y monitorear la situación en Sudan del Sur. Además, las asociaciones en materia de seguridad se han visto fortalecidas, por el personal del Ejército Popular de Liberación (EPL) que ha participado en maniobras desde el 2018 en diversos países del continente. En ese mismo año, entre los días 26 de junio al 10 de julio se celebró el primer Foro de Defensa y Seguridad China-África, al que asistieron oficiales de alto rango de 49 países africanos, cuyo objetivo se centró en debatir estrategias de seguridad entre las delegaciones que asistieron, además de la visita del personal africano a las instalaciones del Ejército Popular de Liberación (EPL).
El afianzamiento de las relaciones sino-africanas en el nuevo milenio pasa por el desencanto que había dejado la “asistencia al desarrollo” de un amplio grupo de países occidentales a sus ex colonias, siendo que para finales del siglo XX aquellos objetivos de desarrollo y paz no se habían concretado. Fue en ese contexto donde la presencia china fue ganando terreno en suelo africano, al fundamentar su modelo en dos principios básicos: en primer lugar, el respeto a la soberanía de los Estados, por cuanto este presupuesto es el que ha prevalecido desde los inicios de la relación, pues Beijing consideró desde un primer momento la igualdad entre socios, guiados por el respeto a los asuntos internos y la no injerencia. En segundo lugar, la apuesta por el desarrollo de infraestructuras con miras a fortalecer las ventajas que ofrece el continente en los diversos ramos productivos. Estos fundamentos han quedado institucionalizados desde el 2013 en la concepción que el gobierno chino tiene hacia sus socios africanos al considerar que es una alianza resguardada en la “sinceridad, resultados sustanciales, afinidad, buena fe y la concepción correcta de la justicia y de los intereses en las relaciones de China con África”, siendo incorporado posteriormente “sinceridad” y “resultados reales”.
En definitiva, los escenarios de inestabilidad que se han configurado en África después del final de la Guerra Fría y la creciente influencia de China dentro del sistema internacional, ha sido considerado por el gigante asiático dentro de su agenda como un actor crucial y socio de primer orden del Sur Global. Su importancia es tal que el 80% de las fuerzas de paz chinas se han desplegado en África, según refiere el Libro Blanco (2021), documento que detalla los aspectos de la cooperación del país con África en el siglo XXI, titulado: China y África en la nueva era: una asociación de igualdad, señalando que ambos socios serán “siempre una comunidad de futuro compartido”.
Fuente: Nelson García Pernía (AVECH).